Columna de opinión publicada originalmente en El Salto el 6 de diciembre de 2022, dentro del proyecto del Diccionario de la Posverdad, de la Cátedra Leibniz de Filosofía de la Universidad de Granada
Las granjas de contenidos buscan atraer visitas a sus web aprovechando el funcionamiento de los algoritmos con técnicas propias del márquetin, como el uso de palabras clave, que es lo que utilizan buscadores como Google para rastrear contenidos y etiquetarlos erróneamente como relevantes
Seguro que alguna vez has llegado a una página web llena de titulares sorprendentes o indignantes, que piden a gritos que hagas clic en ellos. También te habrá pasado con vídeos que prometen trucos infalibles para todo, una técnica para pelar una fruta que no habías visto en tu vida o manualidades increíbles que se hacen en 5 segundos. Es muy probable que casi todos esos contenidos los haya hecho un mismo tipo de empresa, que produce artículos o vídeos como churros con la única intención de ganar dinero mediante clics y visitas. Esas empresas son las que conocemos como granjas de contenidos.
Llegó a haber tanto contenido de este tipo que Google modificó su algoritmo en 2011 para no priorizarlos tanto en las búsquedas
Estas granjas de producción de contenidos son casi tan antiguas como el Internet que se popularizó a primeros del siglo XXI. Buscan atraer visitas a sus páginas web y para ello aprovechan el funcionamiento de los algoritmos con técnicas propias del márquetin, por ejemplo con el uso de palabras clave, que es lo que usan los buscadores como Google para rastrear estos contenidos y etiquetarlos erróneamente como relevantes. Llego a haber tantos que Google modificó su algoritmo en 2011 para no priorizarlos tanto en las búsquedas.
Es habitual que usen titulares que llaman poderosamente tu atención y que conocemos como clickbaits (cebos para que piques el anzuelo). Por eso son fáciles de detectar: páginas web llenas de anuncios por todas partes, que tratan multitud de temas inconexos, pues van buscando tendencias diarias, y que normalmente reescriben artículos ajenos, rayando el plagio.
Los clickbait son titulares que llaman poderosamente la atención, esto es, cebos para que piques el anzuelo
Y como el margen de beneficio es muy pequeño, necesitan crear contenido en cantidad y diversidad suficiente para que sea rentable, en un modelo de “fast food” aplicado a la información. Eso significa que esa creación, que normalmente realizan mujeres con familiares a cargo, de cierto nivel educativo y que buscan ingresos complementarios, se paga muy barata, a poco más de 3,5€ por artículo. Es cuestión de tiempo que estas personas sean sustituidas por inteligencia artificial que fabrique estos refritos. Estas “noticias” son, básicamente, lo contrario del periodismo: información rápida y sensacionalista, sin contrastar, a veces contradictoria.
Las granjas de contenidos son más que culpables de la infoxicación actual, al saturar de información hueca el ecosistema digital. El problema es que este modelo de granjas ha ido mutando para convertirse en granjas de trolls (acosadores en Internet) y de astroturfing (campañas orquestadas para hacerse pasar por movimientos sociales auténticos), herramientas ideales para plantar desinformación en la esfera pública.
[Actualización: corrijo, una IA como ChatGPT ya es capaz de hacer artículos clickbait en menos de 10 segundos de más calidad que los hechos por humanos]
