Este artículo es una adaptación de este otro artículo más extenso llamado «Sociología: la ciencia de entender y mejorar la sociedad», publicado en la Revista UNIR (25/9/2024)
Hace algunos años, cuando comencé a estudiar Sociología (en ese entonces, Licenciatura en Ciencias Políticas y Sociología), cada vez que alguien me preguntaba qué carrera había elegido y respondía «Sociología», la pregunta más común era: “¿y eso para qué sirve?”. Al principio me costaba responder, porque, aunque estaba entusiasmado con lo que estaba aprendiendo, la utilidad de la sociología no siempre resulta evidente a primera vista (y tampoco creo que haya que medirlo todo en función de su utilidad). Con el tiempo, descubrí que la sociología no solo sirve para comprender cómo funciona el mundo a nivel social, sino también para explicar muchas de las cosas que, a simple vista, parecen obvias pero que tienen raíces profundas en las estructuras y dinámicas que gobiernan nuestras vidas (y de las que no somos conscientes la mayoría de las veces). Desde por qué ciertos grupos tienen más acceso a oportunidades que otros, hasta cómo se moldean nuestras creencias y valores, la sociología aporta herramientas cruciales para analizar y mejorar la sociedad en la que vivimos.
Conectados por seis personas
Un ejemplo: Milgram, en los años 60, diseñó un experimento social conocido como el Small World Experiment para probar cómo estábamos conectadas las personas. Les pidió a varios individuos en distintas ciudades de Estados Unidos que le enviaran una carta a una persona concreta de Boston. Pero no podían enviar la carta directamente, sino que debían enviarla a alguien que conocieran personalmente y que pudiera estar más cerca del objetivo. Este proceso se repetiría hasta que la carta llegara a su destino. En promedio, las cartas llegaron a su destino en alrededor de seis pasos, lo que apoyaba la idea de que cualquier persona en el mundo está conectada con cualquier otra a través de un pequeño número de conocidos. Este experimento destacó la interconexión social y fue un primer paso para explorar cómo se difunden las redes y las relaciones sociales, tema central en la sociología.

¿Qué es la sociología?
Es un ejemplo de lo fascinante que puede llegar a ser la sociología, una ciencia que estudia cómo los seres humanos nos organizamos en sociedad, cómo interactuamos entre nosotros y con el entorno que nos rodea. Gracias a la sociología, podemos comprender mejor las normas, valores e instituciones que influyen en nuestras vidas cotidianas y en las de los demás. Esta disciplina busca entender las dinámicas sociales que rigen fenómenos tan diversos como la desigualdad, el poder, la educación o incluso el cambio social. En esencia, la sociología nos ayuda a analizar cómo las sociedades se transforman, se desarrollan y cómo estos cambios afectan tanto a individuos como a grupos. Quienes se sienten atraídos por la sociología deben poseer un sentido crítico profundo, ya que su objetivo es analizar la sociedad con una mirada inquisitiva y reflexiva. Estudian la realidad social no solo para comprenderla, sino también con la convicción de que a través del conocimiento pueden contribuir a crear una sociedad más justa y equitativa.
Los orígenes de la sociología se remontan al siglo XIX, cuando el mundo atravesaba importantes cambios sociales y económicos a raíz de la Revolución Industrial. Este fue un periodo de intensas transformaciones en las ciudades, las fábricas y las formas de vida, lo que llevó a pensadores como Auguste Comte a plantearse preguntas sobre cómo funcionaban las sociedades. Comte fue quien acuñó el término “sociología”, proponiendo que el comportamiento humano podía estudiarse de manera científica, al igual que los fenómenos naturales. Desde entonces, figuras como Karl Marx, Émile Durkheim y Max Weber han contribuido con sus teorías a entender mejor las estructuras sociales, el poder y las relaciones entre las personas.
Émile Durkheim trató de llevar a la práctica las enseñanzas de su maestro Comte, aplicando herramientas de lo que denominó “física social” a una pequeña comunidad rural de Francia, en la que observaba cómo el suicidio, algo que muchas veces consideramos un acto profundamente individual, estaba estrechamente vinculado a las dinámicas sociales. Su investigación reveló que factores como el aislamiento social, la falta de cohesión comunitaria o la excesiva regulación social podían influir en la tasa de suicidios. Este estudio fue revolucionario porque por primera vez se ponía de manifiesto que incluso las decisiones más íntimas podían estar condicionadas por el entorno social.
¿Para qué sirve la sociología?
La sociología ha demostrado su utilidad en una gran variedad de campos, desde la política hasta la cultura. En el ámbito político, los estudios sociológicos nos ayudan a entender la organización del poder, las dinámicas de dominación y la participación ciudadana en la construcción de sociedades democráticas. Al mismo tiempo, en el terreno económico, la sociología nos permite ver más allá de las cifras, investigando cómo las desigualdades, el trabajo y los fenómenos de globalización están profundamente influenciados por las relaciones sociales. También en la educación, los sociólogos han mostrado cómo las escuelas no solo transmiten conocimientos, sino que también reproducen valores sociales y, en muchos casos, desigualdades que afectan a generaciones enteras.
Sociólogos como Karl Marx y Max Weber nos han dejado lecciones imperecederas sobre el conflicto de clases, el poder y el papel de las creencias en el desarrollo económico. Mientras Marx estudiaba cómo la lucha entre clases moldeaba las sociedades, Weber analizó cómo la ética protestante había influido en el surgimiento del capitalismo. Años después, Pierre Bourdieu mostraría cómo el capital cultural –es decir, el conocimiento, las habilidades y los modos de vida que adquirimos– se convierte en un factor clave en la perpetuación de las desigualdades sociales.
Hoy en día, la sociología sigue siendo una disciplina profundamente relevante. No solo se trata de teorizar sobre el pasado, sino de aplicar este conocimiento a situaciones contemporáneas. Por ejemplo, la investigación sociológica ha sido fundamental para entender el impacto de las redes sociales en nuestras interacciones diarias, la crisis de la vivienda en las grandes ciudades o el auge de los movimientos sociales en la era digital. Los sociólogos trabajan en el análisis de datos que guían la creación de políticas públicas, estudios de mercado y planes urbanos. Además, participan activamente en la investigación de temas cruciales como la migración, el cambio climático y la polarización política.
Desde aquellas primeras preguntas cuando era estudiante acerca de la utilidad de esta disciplina hasta ahora, he recorrido un largo camino en la comprensión de lo que es la sociología. Hoy puedo explicar, como he intentado hacer en este texto, cómo la sociología nos ayuda a analizar el mundo que nos rodea, a entender sus estructuras y dinámicas, y a buscar maneras de transformarlo. Sin embargo, a pesar de los años de estudio y práctica, sigo descubriendo nuevas formas de aplicar la sociología y de profundizar en su comprensión. Es una disciplina viva, en constante evolución, que siempre ofrece nuevas perspectivas para seguir aprendiendo y contribuyendo a mejorar la sociedad. La sociología no solo nos ayuda a entender el mundo, sino que también nos da las herramientas para transformarlo. Si alguna vez te has preguntado cómo y por qué suceden las cosas en nuestra sociedad, te invito a seguir explorando y leyendo más sobre esta disciplina.
¡El conocimiento es el primer paso hacia el cambio!
Si te ha despertado la curiosidad y quieres conocer un poco más sobre la sociología, te invito a escuchar este episodio de nuestro podcast, que grabamos recientemente con Mariano Urraco, profesor de sociología de la Universidad Complutense de Madrid. ¡Dale al play!



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